viernes, 5 de agosto de 2011

¿Quien da el carné de indignado?

Llegó el 15M y, contra todo pronóstico, la gente se echó a la calle. No sólo eso, sino que además de protestar tuvo la desfachatez de acampar y hacer que su voz se escuchara. Los medios y el poder político estaban con el paso cambiado, metidos de lleno en el ritual soporífero de una inútil y despilfarradora campaña electoral y no supieron como actuar, aunque el objetivo, desde entonces, está claro: Apagar la llama. Acabar con este "revolución". Pero, ¿cómo?
En todos los manuales básicos de contrapropaganda y desinformación, el primer paso es echar mierda sobre el enemigo. Callar sus virtudes y sus buenas obras y amplificar las cosas que haga mal. Vale. Pero ¿quién es el enemigo? ¿Cómo se le pone nombre a una masa amorfa e indistinta de gente? Pues primero es ponerle un nombre. Y así nació el nombre de los "indignados" (ojo, siempre entre comillas).

Y asi comenzó la campaña. Que si los "indignados" ésto, que si los "indignados" aquello. Que que malos son los "indignados", etc.

Pero me pregunto yo, ¿quién da el carné de "indignado"? ¿Hay un ministerio, consejería, concejalía o asamblea de barrio que expida el carné de "indignado"? Pues no.

Y ésto es una postura muy cómoda para los enemigos del movimiento, porque, en teoría, cualquiera podría ser un "indignado". Hasta Mariano y Alfredo, si me apuras. Así que si algunas personas queman un contenedor, asaltan un banco o violan a una anciana, se les puede poner la etiqueta "indignados" impunemente.

Ya se que es difícil de entender para las mentalidades que nos manejamos en éste país, pero voy a intentar explicarlo como Coco explicaba en Barrio Sésamo lo de cerca y lejos.

Hay un grupo de ciudadanos (personas que pertenecen al país y que participan en la pantomima del voto cada cuatro años) que está hasta el órgano de nuestro sistema político y económico y quieren un cambio. Los hay de izquierdas y de derechas, de arriba y de abajo, bebedores y abstemios, con rastas y calvos, ancianos y jóvenes, catalanes y andaluces, rubios y morenos. Cada uno piensa de una manera y tiene distintos puntos de vista sobre como afrontar el problema. La mayoría apuesta por la no violencia, aunque algunos se calientan pronto y quieren sacar las guillotinas. Y lo que hagan cuatro o cinco, diez o doce, cien o doscientos, no representa al resto. Si cien exaltados asaltan el congreso de los diputados y sacan al Bono a hostias de alli, será una acción más o menos recriminable por cada uno, pero será una acción realizada por esos cuantos que las hayan hecho. Una cosa que me toca mucho los colgantes es que los políticos son los primeros que dicen que corruptos no son todos, que son solo unos cuantos, pero no dudan en decir qoe todos los que estamos hasta los mismos del sistema actual somos responsables de las acciones de unos pocos. Que cada palo aguante su vela. Si alguien realiza una acción violenta o ilegal, que pague las consecuencias, pero ya está bien de echar mierda sobre el movimiento.

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