jueves, 16 de junio de 2011

Transición 2.0

Hace 30 años, a la muerte de Franco, se produjo la siempre alabada transición española. Todos los partidos y los protagonistas de la época no dudan en darse cuantas palmaditas en la espalda les plazcan por lo bien que lo hicieron y de cómo inauguraron "la mayor época de paz y prosperidad de la historia de España". Ahí es nada.

¿Y que puedo añadir yo desde mi sesudo atrio de orador? Pues poco. Yo por aquel entonces era pequeño (me gané una hostia porque me reí de la cara que puso el Arias Navarro cuando salió en la tele anunciando que el Paquito la había palmado. De verdad os juro que se me pareció al Charlie Rivel). y no me enteré de mucho. Pero cuando he sido un poco mayor (un poco) y he podido pensar por mi mismo, me he dado cuenta de que los "padres de la patria" se quedaron un poco cortos.
En primer lugar, la constitución del 78 establece una Monarquía parlamentaria, no una democracia. ¡Eh Morfeo!¿Donde vas?¡Cómo te pasas! me direis indignados, "que en España votamos". Bueno. Pues si a votar le decis lo de colocar una papeleta en la urna, pues si. Es cierto. Votamos. Pero.... ¿pintamos algo en el proceso político? Vayamos por partes.

La jefatura del estado está, de forma vitalicia y hereditaria, en manos de un tipo, que no es que a mi, personalmente, me caiga mejor o peor, pero que yo no lo he elegido, ni tendré posibilidad alguna de elegir nunca. Y mucho menos a su consorte, que ésta si que tengo que decir que no me es precisamente simpática. Cada uno es como es y tiene su idiosincracia.

Puedo votar (o no) pero, ¿cómo influye mi voto en las decisiones políticas? De la siguiente forma. Yo cojo un papelito de uno de los variados montones que se me ofrecen en las mesas, lo meto en un sobrecito y me voy para casa. ¿A quien he elegido? Pues a un señor que lo ha colocado ahí a dedo (no hay votación alguna en la mayoría de partidos que yo conozco) la ejecutiva de su partido o directamente el mandamás de éste. ¿A quien creeis que deberá lealtad éste señor que yo he "votado"? Podeis estar seguro que a mi no. Ni me conoce, ni me conocerá nunca, y cruzará la calle o me echará a los escoltas si oso acercarme a menos de cinco metros para decirle "quiero que votes si (o no) a la propuesta de ley etc..".  ¿Que tiene que perder si no me hace ni p.... caso? A lo sumo un voto o los de unos cuantos que piensan como yo. En cambio, ¿qué pasa si vota algo distinto a lo que se "jefe" de partido le dice? Pues lo mejor que le puede pasar es que no vuelva a ir en las listas en la vida. Por lo tanto, a quien tiene que tener contento es al jefe. Por él está ahí y sólo a él se debe. Es suyo en cuerpo y alma.
Morfeito, Morfeito, me direis. La solución es bien sencilla y si te quitaras esas horteras gafas de sol la verías claramente: En las próximas elecciones vota a otro. Hummmmm. Interesante giro, medito. Me quito las gafas, las limpio y lo empiezo a ver claro....... Eureka, como decía un tipo griego muy aseado. Claro. Voto a otro y ya está. El próximo día que voy a votar cojo otro papelito de otro montoncito (que bonito gavilán ¿o es una gaviota?) y lo pongo en la urnita y a esperar. Espero, espero y espero. Y curiosamente, excepto en cuestiones de forma, el diputado que sale hace algo muy parecido, cuando no exactamente lo mismo. Por lo tanto, mi elección en el sistema de tramitación de leyes (leyes que después debo cumplir obligatoriamente) tiende a cero. Si en las próximas elecciones decido votar otra opción, me puedo encontrar incluso, con la sorpresa de que no sale diputado del partido que he votado porque el número de votos no llega al 3%.

¿Y el poder ejecutivo? Lo elige el legislativo, por lo que mi influencia en la elección en el jefe del gobierno es la misma que en la elección de los legisladores. Curiosamente, siempre termina como jefe del ejecutivo el jefe del partido más votado, que, curiosamente, es el mismo que ha confeccionado las listas de los diputados, o sea, de los que les deben lealtad. Por lo tanto, ¿a quien van a elegir? Sorpresa. A su jefe.

Pero, queda el poder judicial, ¿no?. Éste si funciona de forma democrática. Pues no. El consejo general del poder judicial, el órgano de gobierno de los jueces es elegido por.... tachaan: El legislativo también. Toma del frasco, Carrasco.

Por lo tanto, como podeis ver, el sistema está cuidadosamente diseñado para que nuestro voto sólo permita una elección muy limitada. Podemos votar a una lista de un partido que nosotros no hemos confeccionado, a diputados a los que no podemos pedir cuentas de nada, un cambio en la orientación del voto en siguientes elecciones no sirve de nada y todos los poderes del Estado se deciden desde el legislativo, el cual tiene un problema de base en su origen, con lo cual, el sistema que tenemos es electoralista, si me apuras, de libertades (o derechos civiles) pero no es una autentica democracia.

En una auténtica democracia, cada persona debe poder elegir a "su" representante, que debe reflejar, dentro de la diversidad, el parecer de "sus" representados, que son los que lo han elegido, y si éste parecer es contrario al del partido, debe votar en contra de las directrices del mismo, pues sabría que, si lo hace asi, "sus" representados estarán contentos con él y lo apoyarán en el siguiente mandato, se presente por su partido o de forma independiente. Ésto SI es democracia, o sea, el gobierno del pueblo.

Por otra parte, es fundamental que haya separación real de los poderes del estado. La razón es bien simple: Si se dividen los poderes, Y CADA UNO NO DEPENDE DEL OTRO, provoca un equilibrio de fuerzas en el que los tres poderes se vigilan entre si para evitar que ninguno se desmande, pues ya sabemos que la naturaleza humana provoca que el poder corrompa a las personas que lo ejercen.

Bueno, creo que ya me he extendido mucho para una entrada. El próximo día os comentaré como veo yo el mejor sistema que podríamos darnos para tener una democracia real.

Salud

No hay comentarios:

Publicar un comentario