viernes, 4 de febrero de 2011

El sistema ¿democrático? de España

Hoy quiero hablaros, matriceros míos, del sistema oligárquico democrático que impera en nuestra España de nuestros amores.

La democracia, del griego, "demos", que significa "pueblo" y "kratos" que significa "poder" o "gobierno", es una forma de gobierno en la que el poder reside en el pueblo, que lo delega en distintos organismos, aparatos e instituciones, que, al menos en teoría, deberían estar bajo control del pueblo y que ejercen el poder en nombre del mismo.

En España, al menos en teoría, rige un sistema democrático desde 1976, año en que se promulgó la constitución que sigue vigente hoy en día. En ésta, y probablemente en posteriores, entradas repasaremos este bonito sistema que construyeron los padres de la patria para mayor bienestar del pueblo español.

Organización del estado

Nuestro bonito estado se organiza como una monarquía parlamentaria, esto es, tenemos un rey, que, como todos los reyes se elige por procreación. Uno de los hijos del rey será rey a la muerte de su padre. Áquel dejará el trono a un hijo suyo y así ad aeternum. Lo de parlamentaria viene porque existe un parlamento (en realidad dos) en los que se inscriben los representantes del pueblo.

También se sanciona la separación de poderes. Éste principio, introducido por la Ilustración, propone que el poder del Estado se divida en tres espacios compartimentados: Poder legislativo, el poder que promulga las leyes, poder ejecutivo, el poder que gobierna y ordena la sociedad, y el poder judicial, el poder que interpreta las leyes e imparte justicia. La razón de ésta división es la de evitar abusos de poder. Cada poder vigila a los otros dos de forma que no se produzcan arbitrariedades.

Todo esto que suena muy bonito y de color de rosa, en realidad es un cuento de hadas, una ilusión de Matrix.  La realidad, como siempre es más interesante.... y sórdida.

Lo de que tenemos un rey es cierto. Pero éste se limita a pegarse la gran vida, decorar actos diversos, servir de Cicerone a los representantes de alto nivel de otros países y a procrear, a fin de que el chollo se prolongue.

Respecto al parlamento.... Bueno, aunque en teoría los parlamentarios representan al pueblo y son elegidos por éste, el mecanismo se ha ajustado sutilmente (y no tan sutilmente, que cojones) para que el resultado sea ligeramente distinto. Lo ideal sería que cada ciudadano, ya que el poder reside en él, votara directamente las leyes que se propusieran e incluso aportara enmiendas, correcciones y opiniones contrastadas. Ésto no se hace así por varias razones:

  1. Como el ciudadano medio es tonto de remate y no entendería la complejidad y sutileza de las leyes, la mayoría de las votaciones, o bien no se harían, o se votarían gilipolleces variadas.
  2. Si el poder real, o sea, los que mandan de verdad (élite financiera, militar, etc.) quisieran pasar una ley que fuera contra los intereses del pueblo, deberían convencer, sobornar y/o amenazar a una mayoría del pueblo para que voten lo que ellos quieren. Como ésto no es práctico (aunque no imposible) es mejor que las leyes las voten una minoría de representantes que son más fácilmente convencibles, sobornables y/o amenazables (aunque en la práctica, casi nunca es necesario llegar a éste último punto y todos se quedan en el soborno).
Vemos así que el sistema se ha ajustado sutilmente para que se le dé la impresión al pueblo de que él decide, aunque sea indirectamente, las leyes de su país, mientras que en la realidad, sus representantes votan lo que los poderes reales les dicen que voten. Ésto es así en todas las democracias actuales, con alguna que otra honrosa excepción.

En España además se ha introducido otro mecanismo de ajuste para amarrar un poco más el sistema. Ya se sabe que en éste pais, como se le de mucha mano a la gente, ésta puede empezar a hacer lo que le conviene a ellos y no lo que le conviene a los que mandan de verdad, por lo que el mecanismo de enajenación de la voluntad popular se ajustó con una nueva tuerca: La ley electoral.

La ley electoral de España tiene dos caracteres destacables: Primero, el sistema es de listas cerradas al Congreso y de listas abiertas al Senado. El porqué unas son cerradas y otras abiertas es un misterio para mi (se admiten aportes de algún matriciano informado). Lo de las listas es sencillo pero tiene miga. Cada ciudadano puede votar una lista y solo una, por ejemplo, la del Partido Antitaurino contra el Maltrato Animal. Ésta lista se compone de una serie de candidatos, ordenados por número. Los pesebres escaños se reparten según los votos a los candidatos de la lista, siguiendo el segunda carácter destacable de la ley electoral, la ley del embudo D'Hondt. Ésta sigue un proceso de reparto proporcional de escaños entre las listas, eliminando primero las opciones que han obtenido menos de un 3% (no vaya a ser que obtengan representación unos mindundis cualesquiera) y repartiendo los escaños, de una forma más o menos proporcional entre las listas. Los escaños se van asignando según el orden de la lista, por lo que el primero probablemente obtenga escaño pero el último tiene que esperar un milagro del altísimo (o un pucherazo) para obtener cargo. El truco para obtener un escaño por un partido consiste entonces en conseguir aparecer en la lista lo más arriba posible y ¿quien decide ésta posición? ¿Sus méritos? ¿Los votantes? Nooorl. Quien decide ésto es el partido y lo decide como le sale de los órganos (de dirección).

Éste sistema electoral crea dos perversiones: La primera es que favorece un reparto desigual de los escaños en función de los votos, si incluimos en la ecuación que los diputados se eligen por provincias. Ésto produce que algunos diputados han sido elegidos con 300.000 votos y otros con 50.000. Y su voto vale lo mismo. La segunda es que el diputado debe su puesto, no a los ciudadanos que le han votado, sino al partido que es el que le ha colocado en una buena posición de partida. Por lo tanto, a la hora de votar, ¿a quién creéis que querrá contentar el digno representante del pueblo? ¿Al votante o al partido? Os dejo dos intentos y el primero no vale.

En futuras entradas seguiremos diseccionando nuestro matricial sistema de control político así como las Morfeas soluciones que salen de mi calvo cacúmen.



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